Ya es de conocimiento popular la influencia que la música puede tener sobre nuestras
sensaciones, percepciones, recuerdos e incluso estado de ánimo. Salvo que tengas misofonía o
Síndrome de Sensibilidad Selectiva al Sonido, esto es un trastorno ante determinados
desencadenantes acústicos que puede provocar síntomas de ansiedad, ira, enfado, pánico,
malestar y/o temor.
Tal vez te ocurra que cuando recuerdes alguna situación del pasado, lo asocies con alguna
canción particular: ese primer beso, baile de graduación, vacaciones épicas con amigos,
casamiento, etc.
Quien toca un instrumento con pasión, parece transportarse a otro mundo, vivir en otra
realidad. En el caso más extremo puede ser enfermizo, músicos que dejan de alimentarse bien
en su obsesión por el instrumento, pero eso es otro tema. Quien gusta de escuchar música
sabe las bondades de esta a nivel emocional.
Pero hay un dato curioso: cuando escuchamos música de relajación, solemos pensar en música
clásica (aunque para algunos puede ser pesada) o música chill-out, pero hay personas que se
relajan con sonidos que, para mucha gente, puede ser desagradable o incluso insoportable
(susurros, hacer ruidos con la boca como masticar y hacer pompas, cepillarse el pelo o utilizar
unos y dedos para golpear el micrófono). Eso se llama ASMR (siglas de Respuesta Autónoma
Sensorial Meridiana), sonidos que provocan un efecto de hormigueo o relajación en el oyente.
Al parecer, las características de personalidad que influyen en estas personas, son
puntuaciones más altas en apertura a la experiencia y neuroticismo, así como niveles más
bajos de escrupulosidad, extraversión y amabilidad. Las personas que experimentan ASMR
tienen mayor sensibilidad y receptividad a las sensaciones.
Como ejemplo de una idea psicológica que hay detrás una canción, es una de Ricardo Arjona.
“El problema no es que mientas. El problema es que te creo”. Qué maravilla, cuanta sabiduría;
asume tu responsabilidad ante las mentiras de los demás, tu elección, tu debilidad. Hazte
cargo de tus ilusiones y deseos, el problema no es que intenten engañarte sino lo que tú
quieres creer.
Dime lo que escuchas y te diré como eres, o al menos como te sientes.